El Blog de Salvador Dangla
Prensa especializada en High End: nuevos soportes, viejos -y malos- hábitos
BLOG 3 – 30-7-2016

Cuando hace unos pocos meses comenté –en parte buscando su aprobación, aunque, conociéndole, sabía que la tenía de antemano- a un especialista en High End barcelonés que había tomado la decisión de “saltar al ciberespacio” para llegar a un número mucho más amplio de aficionados, me dijo que “me parece muy bien aunque esto tendrías que haberlo hecho hace dos años”. Es posible que tuviese razón: total, como ya les comenté hace poco, un servidor de ustedes se dedica a crear contenidos, no a imprimir revistas ni a cultivar árboles para que nunca falte papel. Pero resulta que, a la vista de lo que he ido leyendo en la Red durante los últimos años no me he perdido gran cosa en lo que a concepto, ideas de fondo, se refiere.
Como de costumbre, el fallo de base está en la condición humana, que brilla en lo bueno y en lo malo, según se tercie, sea cual sea el medio que se utilice. Viene todo este discurso a cuenta de una serie de malas costumbres que perviven –y me temo que pervivirán hasta el fin de los tiempos- en determinadas empresas cuando de “cuidar” la valoración que se hace de sus productos se trata. A ver, no nos confundamos: entiendo que para el importador de tal o cual marca los productos de la misma sean la cosa más importante de la galaxia puesto que “le dan de comer”. También es cierto que en el caso de Internet –aunque el “papel” tampoco se exime de ello- el descontrol existente aumenta exponencialmente ya que cada hijo de vecino no sólo puede soltar ahí lo que le apetezca sino hacerlo con total impunidad.

En consecuencia, que quienes tienen intereses serios en un producto o marca –hablamos de puestos de trabajo, “showrooms”, la confianza de especialistas- determinado vigilen lo que se escribe por ahí con el turboláser cargado me parece lo más lógico y sensato del mundo. Pero, claro, cuando hablamos de lo que se conoce como “opinión cualificada”, léase de profesionales que llevan mucho tiempo dedicándose a evaluar componentes de audio de alto nivel –lo mismo vale para los de vídeo, pero ahora estamos en www.tualtafidelidad.com- y publicar sus conclusiones en un Blog, post o como quieran llamarlo, se supone que los fabricantes/importadores pertinentes deberían ser más respetuosos con la misma. Pues no, señores: nada de eso. “O se habla bien de mi producto o no se publica/despublica” o, peor aún, se pone incluso en duda la competencia profesional de quien ha escrito la pertinente reseña. La cosa tiene bemoles, aparte de ser todo un monumento a la incoherencia y debilidad humanas, características ambas que se magnifican en un sector en el que la disparidad de gustos y la subjetividad no sólo están a la orden del día sino que forman parte de su ADN tanto en nuestro país –aunque aquí con el plus cainita del “o estás conmigo o contra mí” especialidad de la casa- como en el resto del mundo. Todavía me acuerdo cuando un sábado por la mañana hace casi 20 años me llamó a casa el responsable de una firma importadora para abroncarme por –¡ojo al dato!- un artículo en el que dejaba muy bien –al parecer demasiado- a un producto de un competidor suyo. Porque, claro, si un análisis mío no gusta siempre se puede argumentar en contra pero, joder, que te llamen para “reñirte” por lo bien que has tratado a otro es de juzgado de guardia. Pero la verdad es que este tipo de actitud está generalizada porque los mismos que en un momento dado me acusaban de que en mis crónicas “todo es bueno y todo suena siempre bien” a la que un día algo no me gustaba, lo manifestaba y era justamente su producto/equipo el afectado, entonces la cosa ya no molaba tanto.
La conclusión lógica para evitar esto fue seleccionar el material sobre el que escribir para así cubrirme las espaldas, aunque esto tiene un punto importante de poca profesionalidad. Así que cuando entro de Internet me da por reseñar la escucha de dos equipos que realicé hace casi un par de meses y, mira por donde, resulta que mi texto no gusta y me piden que lo “despublique” –¡esta sí que es una palabra nueva para mí!- hasta comentar la jugada con detalle porque dije que uno de dichos equipos no me gustaba como sonaba pese a reconocer la excelsitud del protagonismo del mismo al haber escuchado este último en otras ocasiones. Y aquí no se quedó la cosa porque luego a mí se me tachó casi de chapuzas porque estuve poco tiempo escuchando el sistema de marras. ¡Coño! también lo estuve con el otro equipo –cuya valoración fue radicalmente positiva- y no se me dijo nada por ello. Por lo tanto, ¿en qué quedamos! Pues miren, queridos amigos: creo que estas actitudes son contraproducentes por parte del “censor” de turno porque llevan al “más de lo mismo”. Pero es que, además, si a uno le gusta la música y lleva toda la vida -41 años como aficionado y 26 como profesional- escuchando y valorando componentes y equipos de alto nivel, una cualidad muy especial sí adquiere: la capacidad para decidir, en apenas un minuto, si un equipo suena o no. Luego ya vendrán los detalles, los elementos que marcan la diferencia con realizaciones similares. Además, escuchar un equipo no es lo mismo que hacer un banco de pruebas, donde se puede actuar sobre el producto evaluado y los elementos que lo rodean: el equipo, que se supone ha sido configurado, montado y afinado por alguien competente, está ahí. Por lo tanto, se escucha y punto. Y si no, pues haberlo afinado mejor.