EL BLOG DE SALVADOR DANGLA
¡Hasta la vista, Profesor Barraquer!
Antes que nada, permítanme disculparme por haber estado desaparecido durante más tiempo de la cuenta. Una ausencia motivada por el hecho de que en verano el personal, incluso el más entusiasta, “afloja” a la hora de seguir conectado con sus aficiones favoritas. Aún así, lo cierto es que el presente Blog, 4º para ser exactos, tendría que haberse publicado el sábado 27 de agosto. ¿Qué sucedió? Pues algo que lo cambió todo: una noticia de las que dan que pensar y que nos recuerdan tozudamente lo frágiles que somos y la finitud de nuestra existencia. Sí, el viernes 26 de agosto de 2016 falleció el Profesor Joaquín Barraquer, insigne representante de una igualmente insigne dinastía de oftalmólogos barcelonesa que con el paso de los años ha convertido la Ciudad Condal en un referente mundial en diagnóstico, tratamiento e investigación de todo lo relacionado con el sistema de visión humano. No tuve el honor de ser amigo personal del Profesor Barraquer, pero sí el privilegio de conocer con detalle su otra gran pasión –la primera fue siempre su trabajo, al que se dedicó en cuerpo y alma hasta el último segundo de su existencia- y el placer de haberla compartido con él durante varias (tres o cuatro) ocasiones.
Como algunos ya sabrán, esa “otra gran pasión” es la música –clásica en general y ópera en particular- y la perfecta reproducción de la misma. Sí, el Profesor Barraquer era un melómano de mucho cuidado que desde siempre apreció la posibilidad de disfrutar en la intimidad de su casa esa emotividad única que percibía en los conciertos –en especial el Festival de Salzburgo- a los que dedicaba una buena parte de su tiempo libre. Y, como se lo podía permitir, poco a poco hizo posible, a su manera, su gran vocación oculta: ser director de orquesta. Una orquesta que en este caso se materializó en un sistema de reproducción musical no sólo extraordinario en el sentido literal del término sino absolutamente único que, desde luego, hay que ver y, sobre todo, escuchar, para darse cuenta de que tiene sentido y, por supuesto, que suena como los ángeles. Porque el sistema del Profesor Barraquer no tiene nada que ver con nada de lo que un servidor de ustedes haya podido experimentar en 42 años de afición y 27 de dedicación profesional a la excelencia en audio.
Aunque parezca increíble –incluso con un potente punto “friki” para quienes no sepan de qué va el tema- no estamos ante un equipo de Alta Fidelidad propiamente dicho sino ante lo que se podría definir como “multiequipo”. Sí, varios sistemas estereofónicos funcionando al unísono, con los niveles y balances tonales de los pertinentes pares –con la salvedad de una monumental caja central- de cajas acústicas afinados –con la pertinente visualización vía indicadores de nivel situados encima de cada pareja- de tal modo que la percepción final es la de un único equipo perfectamente cohesionado hasta en los más insignificantes detalles. No me pregunten cómo se le ocurrió tal idea al Profesor Barraquer, aunque sí sé que el punto de partida de la misma fue su negativa a desprenderse de cajas acústicas a las que tenía mucho cariño, caso del legendario conjunto Paragon de la estadounidense JBL que desde siempre ha estado en el centro físico de esta peculiar instalación ubicada, por cierto, en la parte “residencial” de la Clínica Barraquer. Puede parecer una tontería, pero esta lealtad/fidelidad fue una constante en la trayectoria vital de nuestro ilustre finado. De hecho, mi última visita a su particular Olimpo musical tuvo lugar hace poco más de un año (julio de 2015, creo recordar) en compañía, como siempre, de los responsables del establecimiento barcelonés Audio Reference, a quienes el Profesor Barraquer había confiado la mejora y puesta al día de su equipo durante nada menos que 35 años. En ese momento, la “orquesta” seguía protagonizada por una pareja de cajas acústicas Wilson Audio Alexandria XLF fantásticamente complementada por una caja acústica “central” –por llamarla de algún modo- Polaris de la misma marca, sin duda una incorporación más que acertada por cuanto permitía crear una escena sonora de un realismo sin par que, huelga decirlo, encajaba como anillo al dedo en la reproducción de esas óperas -el “programa” para mi visita fue la escucha de un acto completo de la mozartiana “Las Bodas de Figaro”- por las que tanta devoción sentía el Profesor Barraquer, amigo personal de artistas de la talla de Plácido Domingo o Anna Netrebko.
Pero no piensen que por tener una edad avanzada nuestro “director” vivía en otra época: nada de eso porque, amén de tener una memoria prodigiosa –te podía contar, y además con todo lujo de detalles, la historia que había detrás de cada una de las fotos que le “acompañaban” en su sala de escucha- y seguir operando, investigando e incluso seleccionando nuevos pupilos para su clínica, estaba a la última también en lo que respecta a la tecnología más avanzada para reproducir música. De hecho, siempre me chocó que lo analógico apenas tuviese presencia en un sistema tan especial; eso sí, allí había válvulas, Clase A, cables –Transparent “top” en su inmensa mayoría- hechos a medida, ecualizadores y restauradores analógicos y toda la parafernalia que tanto gusta a los entusiastas del sonido absoluto. No quiero extenderme más –porque no pararía- con estas líneas destinadas ya al recuerdo de un grandísimo melómano y audiófilo -creo que en el caso concreto del Profesor Barraquer la palabra “perfeccionista” encaja mucho mejor- que supo disfrutar como pocos la pasión que nos une.
Es por ello que me he tomado la libertad de seleccionar cuatro instantáneas de mi última visita con la vaga idea de compartir con todos ustedes un equipo que, en principio, se va a mantener tal cual. No en vano es una especie de obra maestra que merece ser preservada. Como decía un lector anónimo del periódico barcelonés La Vanguardia justo después del deceso, “Todo lo que tenía de buen médico lo tenía de humanidad; hay personas que no deberían morirse nunca y el Dr. Barraquer es una de ellas. Mi más sentido pésame a la familia, amigos y a todos los que le apreciaban, que son muchísimos y en todo el planeta.”